Páginas RUTA INTERIOR

viernes, 15 de mayo de 2015

CARTA REPARADORA A QUIEN NOS LASTIMO (116)

Carta a quien me lastimó.
Cuando mantienes tu resentimiento hacia otra persona, estás amarrado a esa persona o a esa situación, por un vínculo emocional que es más fuerte que el acero. Perdonar es la única forma de disolver ese vínculo y lograr la libertad.
(Catherine Ponder)
Perdonar? como?
Acá te presento un modo de hacerlo, solo tienes que sentarte, escribir una carta a la persona que te lastimó, lo mas sincera posible y que nunca le enviarás.

querido xx
Te escribo esta carta a ti, aunque en realidad es para mi y nunca la vas a leer
Me hiciste daño pero hoy me he dado cuenta que de alguna forma tengo que sacar dentro de mí el profundo pesar que siento y eso es lo que voy a hacer.
 Desconfío del rencor porque no es un buen amigo, por eso no lo quiero conmigo. Además el rencor nos lleva a sentir miedo y es precisamente lo que necesito que desaparezca. No es que te tema, es que tengo miedo a revivir mi sufrimiento y a volver a caer en el mismo error.
 Por eso he decidido que tengo que afrontarlo, ponerme frente a frente a tu persona y a todo lo que tú significas, sea en mi mente o no, y hacerme valer. Si reduzco este miedo conseguiré reducir todos los demás.
 Yo te quería y confiaba en ti, ¿sabes? En realidad no pedía nada extraordinario, pero si lo hubiese sabido no hubiese permitido que me dañaras.
  No voy a olvidar nunca lo insoportable que es este dolor ni lo mucho que me ha enseñado. Al fin y al cabo te tengo que dar las gracias por algo...
 He aprendido que no puedes darle a alguien algo que no quiere recibir. Te permitiste el lujo de dejármelo demasiado claro, tanto como lo importante que es saber lo que es malo en tu vida...
 Pues sí, me he dado cuenta de que eras tan perjudicial para mí que me has impedido avanzar durante mucho tiempo. 
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 Como alguien dijo alguna vez el verdadero odio es el desinterés y el asesinato perfecto es el olvido. 
No pienso arrojar una piedra hacia arriba, pues lo más probable es que caiga en mi cabeza y desde luego que no aportaría felicidad, sino que sumaría más miseria a mi vida sin contemplación.
 Dicen que sangrar no duele, que es placentero, que es como si te disolvieras en aceite y respiraras muy hondo. Lo mismo pasa con el dolor en el alma, que de alguna forma te anestesia y no eres consciente de lo que está sucediendo hasta que ya, es demasiado tarde.
 Quizás estoy escribiendo estas líneas con lágrimas de puro dolor... pero estoy tomando el mando y el timón porque ha llegado el tiempo de ir más allá y superar lo que tú provocaste en mí.
 He de decirte que escribo esto porque detrás de mi coraje existe una gran tristeza y una delicada decepción. Siento que camino por encima de un volcán, mientras mi vida pende de un hilo, por lo tanto tengo que soltar el lastre que supone cargar con lo que tú ocasionaste en mi interior, para no caer en la lava.
 Necesito muy poco para estar bien, por eso es  que tengo que sacar de dentro de mí todo este dolor. A partir de hoy no te guardo rencor, ni ira, ni rabia... no quiero esas cosas en mi corazón. 
Toda experiencia dolorosa encierra dentro una gran semilla de crecimiento y liberación.
 La realidad es que hoy me pregunté si podía hacer algo valioso, entonces decidí escribir esto. 
Esta carta no es por ti, es por mí, porque necesito liberar de mi espalda tu carga. Me he puesto a pensar en que no quiero nada negativo en mi vida y me he dado cuenta de que ahí estás tú y todo lo que me hicistes sentir.
 Me he percatado de que reflexionar sobre ti es el mayor acto de amor propio que puedo llevar a cabo.
 Hoy puedo decir que me estás haciendo un favor porque ahora más que nunca me quiero, sé que no quiero hacer de mi cuerpo la tumba de mi alma y que puedo afrontar todo lo que hay en mi interior.
 No hay que tener miedo a vivir porque todo consiste en reaprender a hacerlo.

EMOCIONES-Raquel Aldana
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*Este tipo de carta que uno escribe para no enviarla, tiene un sentido terapéutico, es una manera de poner afuera lo que duele adentro.
Muchas veces se aconseja que nosotros mismos nos la contestemos,  poniéndonos en el lugar del otro y escribiendo lo que necesitamos recibir, para ir  sanando las heridas.
Pueden ser muchas cartas ...las que van y las que vienen... hasta que sintámos que poco a poco, en nuestro interior se vá calmando el dolor, la bronca, el resentimiento...
Así, con este modo epistolar tan sanador, se van ordenando las emociones, los sentimientos, liberándonos y conectándonos con la fuerza interior tan necesaria para afrontar la vida.
PAZ Y BIEN PARA TODOS
marthincha

CINCO HERIDAS EMOCIONALES DE LA INFANCIA (115)


Cinco heridas emocionales de la infancia que persisten cuando somos adultos...
Los problemas vividos en la infancia vaticinan cómo será nuestra calidad de vida cuando seamos adultos. Además, estos pueden influir significativamente en como nuestros niños de hoy actuarán mañana y en como nosotros, por otro lado, afrontaremos las adversidades.
 Así, de alguna forma, a partir de estas 5 heridas emocionales o experiencias dolorosas de la infancia, conformaremos una parte de nuestra personalidad. Veamos a continuación cuáles son nuestras heridas….
 1- El miedo al abandono
 La soledad es el peor enemigo de quien vivió el abandono en su infancia. Habrá una constante vigilancia hacia esta carencia, lo que ocasionará que quien la haya padecido abandone a sus parejas y a sus proyectos de forma temprana, por temor a ser ella la abandonada. Sería algo así como “te dejo antes de que tú me dejes a mí”, “nadie me apoya, no estoy dispuesto a soportar esto”, “si te vas, no vuelvas…”.
 Las personas que han tenido experiencias de abandono en la infancia, tendrán que trabajar su miedo a la soledad, su temor a ser rechazadas y las barreras invisibles al contacto físico.
 La herida causada por el abandono no es fácil de curar. Así, tú mismo serás consciente de que ha comenzado a cicatrizar cuando el temor a los momentos de soledad desaparezca y en ellos empiece a fluir un diálogo interior positivo y esperanzador.
 2- El miedo al rechazo
 Es una herida muy profunda, pues implica el rechazo de nuestro interior. Con interior nos referimos a nuestras vivencias, a nuestros pensamientos y a nuestros sentimientos.
 En su aparición pueden influir múltiples factores, tales como el rechazo de los progenitores, de la familia o de los iguales. Genera pensamientos de rechazo, de no ser deseado y de descalificación hacia uno mismo.
 La persona que padece esta dolorosa experiencia no se siente merecedora de afecto ni de comprensión y se aísla en su vacío interior por el miedo de ser rechazado. Es probable que, si hemos sufrido esto en nuestra infancia, seamos personas huidizas. Por lo que debemos de trabajar nuestros temores, nuestros miedos internos y esas situaciones que nos generan pánico.
 Si es tu caso, ocúpate de tu lugar, de arriesgar y de tomar decisiones por ti mismo. Cada vez te molestará menos que la gente se aleje y no te tomarás como algo personal que se olviden de ti en algún momento.
 3- La humillación
 Esta herida se genera cuando en su momento sentimos que los demás nos desaprueban y nos critican. Podemos generar estos problemas en nuestros niños diciéndoles que son torpes, malos o unos pesados, así como ventilando sus problemas ante los demás; esto destruye la autoestima infantil.
 El tipo de personalidad que se genera con frecuencia es una personalidad dependiente. Además, podemos haber aprendido a ser “tiranos” y egoístas como un mecanismo de defensa, e incluso a humillar a los demás como escudo protector.
 Haber sufrido este tipo de experiencias requiere que trabajemos nuestra independencia, nuestra libertad, la comprensión de nuestras necesidades y temores, así como nuestras prioridades.
 4- La traición o el miedo a confiar
 Surge cuando el niño se ha sentido traicionado por alguno de sus padres principalmente, no cumpliendo sus promesas. Esto genera una desconfianza que se puede transformar en envidia y otros sentimientos negativos, por no sentirse merecedor de lo prometido y de lo que otros tienen.
 Haber padecido estos problemas en la infancia construye personas controladoras y que quieren tenerlo todo atado y reatado. Si has padecido estos problemas en la infancia, es probable que sientas la necesidad de ejercer cierto control sobre los demás, lo que frecuentemente se justifica con un carácter fuerte.
 Estas personas suelen confirmar sus errores por su forma de actuar. Requiere trabajar la paciencia, la tolerancia y el saber vivir, así como aprender a estar solo y a delegar responsabilidades.
 5- La injusticia
 Se origina en un entorno  frío y autoritario, sobre todo en quien los cuida. En la infancia, una exigencia en demasía y que sobrepase los límites generará sentimientos de ineficacia y de inutilidad, tanto en la niñez como en la edad adulta.
 Las consecuencias directas en la conducta de quien lo padece será la rigidez, pues estas personas intentan ser muy importantes y adquirir un gran poder. Además, es probable se haya creado un fanatismo por el orden y el perfeccionismo, así como la incapacidad para tomar decisiones con seguridad.
 Requiere trabajar la desconfianza y la rigidez mental, generando la mayor flexibilidad posible y permitiéndose confiar en los demás.
 Ahora que ya conocemos las cinco heridas del alma que pueden afectar a nuestro bienestar, a nuestra salud y a nuestra capacidad para desarrollarnos como personas, podemos comenzar a sanarlas.

EMOCIONES-Raquel Aldana
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PAZ Y BIEN PARA TODOS
marthincha


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