La práctica de la transformación interior
Cuando reconocemos que la violencia se ha arraigado en nosotros, en la manera como pensamos, hablamos y actuamos, podemos levantarnos y vivir de manera diferente. Podemos decidirnos firmemente a vivir conscientes, a vivir en paz.
Todo cuanto actuamos en la vida es el resultado de nuestro pensamiento, tratamos a las personas de acuerdo con como pensamos. Si nos damos cuenta que hay violencia en nuestro actuar y en nuestras palabras, habrá que observarnos, ya que esa violencia viene de nuestras propias frustraciones.
Cuando comenzamos a darnos cuenta que no estamos en paz, que existe miedo, confusión, coraje, resentimiento y frustración hacia los demás, podemos practicar la no violencia, ya que la semilla de todas estas sensaciones se encuentra en nuestra propia conciencia.
Cuando no podemos manejar nuestro sufrimiento, vomitamos nuestra frustración y dolor contra los que tenemos alrededor. Si estamos en un ámbito de trabajo y las situaciones no salen en los tiempos que esperamos, comenzamos a sentir miedo, desesperación, y el sentimiento que esto genera lo descargamos con los empleados.
Somos víctimas de nuestro propio sufrimiento, pero sólo porque no sabemos cómo tratarlo. Herimos a los demás cuando sentimos dolor. Cada uno de nosotros debemos ser responsables de nuestro propio dolor, y trabajar para transformarlo; por nosotros y por los demás.
El efecto que ocasiona el cómo nos comportamos con los demás no sólo nos afecta a nosotros mismos, afecta a los otros de una manera directa, les pasamos esa misma frustración queriendo encontrar culpables.
Cada vez que alejamos la irritación y el enfado, nos hacemos un favor a nosotros mismos y a la humanidad
Creamos paz verdadera cuando salimos de nuestro mundo-ego, e incluimos a los demás. Aunque a veces es difícil practicar la inclusión y la separación de nuestras opiniones. La exclusión y la convicción de nuestro punto de vista es una costumbre muy común, que surge del miedo y de la incomprensión hacia los demás.
Para transformar nuestra costumbre de excluir a los demás, debemos practicar y desarrollar la comprensión y la compasión en todos los segmentos de nuestra vida.
El compromiso hacia la vida no sólo es con tu familia, no sólo es cuidar de los tuyos, es considerar que otras personas como tú existen, piensan y sienten, que la vida somos todos juntos, y que formamos parte de una sociedad.
Debemos responsabilizarnos de reconocer nuestros sentimientos; ahí comienza la práctica de la no violencia.
Cuando podemos transformar nuestras reacciones mecánicas en actitudes compasivas y de reflexión, ya que no se trata de escupir el coraje hacia fuera, sin hacernos responsables del efecto que ocasionamos en los otros.
Somos la continuación de nuestros antepasados. Contenemos todas sus cualidades y acciones agradables, así como las cualidades que no nos agradan y duelen. Sabiendo esto, podemos transformarnos, y hacer un beneficio a nuestros hijos y a las generaciones venideras.
Texto, gentileza de Martín Chimento
PAZ Y BIEN PARA TODOS
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