El difícil momento en que conscientemente comprendemos el valor que tiene
el “soltar”. Desapego, es una de las tareas más complicadas a las que el ser humano se
enfrenta en algún punto de su
camino, aquel en que simplemente y sin alternativa comprende que no hay más elección que desapegarse. Desapegarse de todo, incluso de uno mismo, del ego y del enorme peso que
nos mantiene atados a una realidad que no es más que un sueño.
La vida con sus experiencias va cargando, llenando una aparente realidad, que paradojicamente nos mantiene ciegos a la realidad verdadera.
Amarrados y esclavos de los pensamientos
que genera la mente, que parlotea rumiante, velando la verdad que nos liberaría.
Soltar creencias, soltar la
ilusión de que somos espirituales porque nos aferramos a una idea de
espiritualidad, soltarnos de la cruz, de las velas, del incienso, de los rezos, soltarnos de
nosotros mismos...vaciarnos de todo lo que nos eclipsa la luz que nos
fué obsequiada para comenzar a caminar... y a despertar.
Soltar todas las imágenes, soltar los gurúes, el maestro, los ángeles, guias, canalizadores, refranes y edificios costosos
que albergan la salvación.
Soltar hasta el deseo de
soltarnos. Vaciarnos de toda la larga película que se nos ha presentado en un comienzo, que no deja margen al fluir, a lo espontáneo,
a permitir que la vida nos sorprenda en el aquí y ahora.
Soltar todo lo que provoque una resistencia...porque cuando hay resistencia, no hay fluir y si"algo"no fluye...no habrá resultado alguno.
Mientras haya deseo, apego, no habrá despertar, porque deseando estamos presos del deseo, encarcelados en ese
anhelar, cegados por la forma... generando un pesado sueño sobre el minuto siguiente.
Se dice que lo más valioso de un recipiente, es su espacio interior vacío...
Se dice que lo más valioso de un recipiente, es su espacio interior vacío...
PAZ Y BIEN PARATODOS
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